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Hablemos de Nintendo

Mentiría si dijera que la Nintendo Direct de ayer, la del 3 de marzo de 2016, me satisfizo. Mentiría si dijera que no me sentí decepcionado. Mentiría si dijera que Nintendo demostró por fin que está cambiando, que va por buen camino. Porque, desgraciadamente, no es así. Y sí, sé de ese argumento que muchos esgrimen para justificar la presentación de anoche: «¿Qué te esperabas? Una Direct no es un E3». E incluso he llegado a leer en Twitter —no sé si anoche o en alguna presentación reciente— que «no podemos pretender que Nintendo monte un E3 2004 cada tres o cuatro meses». Francamente: no lo pretendo, no espero que lo hagan. Lo único que espero es que cuando me siente frente a mi portátil a ver la presentación, me encuentre a Nintendo, a la Nintendo que introdujo el videojuego moderno en 1985, a la que lo reinventó en el 96 con Super Mario 64 y dos años después marcó un hito con Ocarina of Time. La Nintendo que tuvo la valentía de distanciarse de la competencia para poder probar nuevos caminos, nuevas formas de jugar y, en cierto modo, revolucionar la industria una vez más. Pero, sobre todo, espero ver a una Nintendo renovada, que acepta sus errores más recientes y, además de fijarse en la gran labor del difunto Iwata, mira más allá, a los tiempos de GameCube, a los tiempos de Nintendo 64 y de antes incluso. A los tiempos, en definitiva, en los que cada vez que Miyamoto emprendía un desarrollo, este iba camino de cambiar la historia del videojuego.

 

Porque, seamos sinceros: nada de lo que se vio anoche podía tildarse de «innovador» o «novedoso», palabras que, a mi parecer, son inherentes a la filosofía creativa de los de Kioto. Y ya lo he dicho antes, que no espero que Nintendo nos sorprenda cada trimestre con espectaculares superproducciones, ni pretendo que reinvente el videojuego cada vez que cambio de cepillo de dientes. Se trata, simplemente, de poder ver a Nintendo en estado puro, una Nintendo que no está anclada a la era de Wii y que tampoco vive de rentas. Basta con repasar algunos de los títulos anunciados anoche para ver que Nintendo está en horas muy bajas. A 3DS le depara un gran año en cuanto a juegos de rol y japonesadas se refiere, pero si nos olvidamos por un momento de esos usuarios en concreto y prestamos atención a lo que más fervor suscitó, destacan Flipnote Studio 3D, una aplicación gratuita para 3DS con la que dibujar nuestras propias animaciones, que no es más que la secuela de lo que fue un añadido mediocre de DSi; Rhythm Paradise Megamix, un juego casual cuya primera entrega salió bajo el sello Touch! Generations; y, por último, Kirby: Planet Robobot, la enésima entrega de la serie que tan solo cambia ligeramente su ambientación y añade, como no podía ser de otra manera, el uso de los amiibos.

 

Sí, los amiibos, eso que parece estar salvándole las cuentas a Kimishima a final de estos últimos años fiscales y que, admitámoslo, no son más que figuras de plástico barato que poco o nada tienen que ver con lo que Nintendo y sus creadores saben hacer: videojuegos. Y es que, además, la mayoría de propietarios de amiibos son coleccionistas o nintenderos que se han hecho con ellas para exponerlas, no para usarlas, ni para jugar con ellas. Jugar con ellas, sí, el que —¡sorpresa!— era el propósito original de las figuras, uno del que tanto los usuarios como los propios creadores parecen haberse olvidado. Porque, además, ya no se trata solo de dar contenido extra al título, sino que también llegan a echar por tierra todo el meticuloso diseño de juego, cuando, sin ir más lejos, en Twilight Princess HD podemos echar mano del amiibo de Link para rellenar de flechas nuestro carcaj y hacer desaparecer así de un plumazo parte de la curva de dificultad que los diseñadores tan cuidadosamente han construido. Y todo por el módico precio de doce euros.

 

La presentación de anoche demostró para mí el estado de vagancia y pereza en el que se encuentra sumida la gran ene. Vagancia y pereza, digo, porque vemos como esas propiedades intelectuales tan potentes, tan puramente nintenderas como lo son The Legend of Zelda, Metroid, Mario o F-Zero, son aprovechadas solo para hacer títulos menores que, aunque correctos, no hacen avanzar la sagas, no hacen avanzar al medio y tampoco logran que Nintendo se modernice. Paper Mario Color Splash sirve a modo de ejemplo. Nadie lo había pedido, y es el mismo título que el de 3DS (2012) —y ya puestos que el de N64 (2000)—, y que con su excusa robada de Splatoon pretende volver a hacernos pasar por caja. The Legend of Zelda: Tri Force Heroes fue otro gran ejemplo las pasadas Navidades. Se trata de un juego que aunque correcto, no es lo que podría haber sido un Zelda totalmente nuevo en una portátil. De él Borja Abadíe decía en Hobby Consolas que «Tri Force Heroes es un juego más que correcto. Tiene una música sensacional, buenos puzles, combates entretenidos y un juego cooperativo que engancha, pero también es demasiado facilón y no sorprende en su desarrollo». Es decir, un juego correcto pero que no inventaba nada, cosa que Nintendo está capacitada para hacer.


«La presentación de anoche demostró el estado de vagancia y pereza en el que se encuentra sumida la gran ene»


Star Fox Zero me parece otro claro ejemplo de que Nintendo no puede seguir aplicando las mismas estructuras y mecánicas de juego que en 1997, año en que Star Fox 64Lylat Wars en Europa— vio la luz. Nadie duda de que Star Fox Zero será un juego muy correcto, diríase que notable incluso. Pero puestos a elegir, ¿no sería mejor tomar la franquicia de Fox McCloud e intentar renovarla inventando algo con, qué sé yo, gráficos que se olviden de la estética poligonal de los 64 bits, un espacio exterior a través del que viajar y explorar, mezclando combates con otros jugadores en tiempo real con misiones ya establecidas, una narrativa a la altura y mecánicas completamente nuevas? Quizá sea solo cosa mía y al resto del mundo la idea de reciclar Star Fox 64 otra vez le parezca fantástica, pero me parece a mí que si yo he sido capaz de enumerar estas ideas ciertamente atractivas en menos de cinco minutos, los creativos de Nintendo y Platinum, si se ponen a ello —y eso implica la iniciativa de Miyamoto—, lograrán un resultado verdaderamente asombroso.

 

Otro título que ilustra de manera idónea la mentalidad actual de Nintendo es Metroid Prime: Federation Force. Vaya por delante que me parece un título atractivo, que probablemente me haga con él cuando salga y que confío en el saber hacer de los canadienses de Next Level Games, que nos brindarán una experiencia, cuando menos, entretenida. El problema viene cuando Kensuke Tanabe, productor de la serie, nos confiesa que su desarrolló comenzó en 2009, hace nada menos que siete años. Siete años en los que al parecer a nadie se le ocurrió poner en marcha el desarrollo de un Metroid potente, que calmara la sed de Samus de los fans y que sacara provecho de la potencia de Wii U. Nintendo no solo no escuchó a los fans durante siete años, dejando que todo lo que estuviera en desarrollo fuera este juego menor, sino que aunque cambien de parecer, los resultados no van a apreciarse a corto plazo, pues según creo recordar, el mismo Tanabe dijo en el E3 2015 que no había ninguna entrega principal en desarrollo, lo que hace también bastante difícil que NX tenga un juego de Metroid de verdad en sus primeros años de vida.

 

Si a todo esto le añadimos ahora la lentitud con la que Nintendo intenta adaptarse al panorama actual del videojuego, la cosa se vuelve mucho peor. Un caso que lo ejemplifica también lo tuvimos en el Direct de anoche, con el anuncio de que la Consola Virtual de SNES solo estaría disponible en los modelos New de 3DS, dejando todos los sistemas anteriores fuera de juego. Nada más acabar la presentación, un amigo me decía que él tiene el modelo original de 3DS, y que por su cuenta y riesgo ha instalado emuladores en su consola, gracias a los que puede ejecutar sin problemas títulos de SNES. No es más que una anécdota que demuestra lo evidente, pues nadie se cree que una consola capaz de mover Resident Evil: Revelations no sea capaz de hacer correr Super Mario World o A Link to the Past, títulos del año 90 y 91, respectivamente. Entiendo que Nintendo quiera justificar la potencia extra de New 3DS de algún modo, y que quiere demostrar a los compradores de la consola que si pagaron más no fue en vano, pero, de nuevo, ¿no sería acaso mejor invertir tiempo y recursos en desarrollar juegos de verdad en lugar de seguir viviendo de rentas? Eso por no mencionar que si ya posees un juego de la Consola Virtual en uno de tus sistemas no puedes tenerlo también en la otra consola. Es el caso de un servidor con los citados Super Mario World y A Link to the Past, por los que tendría que volver a pagar en 3DS a pesar de tenerlos ya en Wii U. Todo un despropósito que pone de manifiesto cómo Nintendo todavía no se ha adaptado al panorama del videojuego actual.


«Si a todo esto le añadimos ahora la lentitud con la que Nintendo intenta adaptarse al panorama actual del videojuego, la cosa se vuelve mucho peor»


No obstante, y a pesar de todo lo expuesto anteriormente, confío en que aún hay esperanzas. Desarrolladores jóvenes como los que han hecho posible una joya como Splatoon o el propio Eiji Aonuma, que parece estar desarrollando un mundo abierto acorde con los tiempos en los que vivimos, me hacen creer que Nintendo aún puede recuperarse, que puede volver a ser la que era, aunque sea solo en parte. No pretendo que sean puramente la Nintendo de los años noventa, pues la experiencia nos hace sabios, pero olvidarse de esa parte de su pasado para volcarse de lleno en los juegos móviles, los parques de atracciones y los amiibos sería todo un error. No sé qué es lo que nos tienen preparado para el E3 —ojalá vuelvan a una conferencia presencial en el Nokia Theatre—, y tampoco sé qué será NX. Admito que no es así como yo hubiera gestionado la generación de Wii U, pero también es cierto que es tarde para intentar mantener a flote el tabletomando. Si tiene que ser NX la que traiga un nuevo período de grandes juegos e innovación a la industria, sea entonces. Pero en caso de que no funcione, en caso de que las cosas se tuerzan, ojalá sea porque la competencia es mejor, y no porque ellos no han cumplido con su parte. No les deseo la suerte de Sega, pero si llegado el caso la cosa se complica, que no sea porque Nintendo no se ha mantenido fiel a sus fans y se ha olvidados de ellos.

 

Estableciendo un paralelismo con Majora's Mask, Nintendo se ha encontrado con un terrible destino, pero uno que no es ineludible y del que puede sin duda librarse. Este artículo no tiene como objetivo ensañarse contra ella, pues ha sido redactado por un verdadero nintendero —otro día matizamos términos como este, que ahora no es momento. Espero que esta crítica, y muchas otras, sean las que le permitan a Nintendo reorientarse y volver a ser quien era, y es que la gran ene no es nadie sin sus fans.

 

Es peligroso ir solo, así que ten esto.