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¿Es que eres tonto?

Mi reloj de muñeca marca las ocho y cuarto de la tarde. Quiero jugar a algo ligero, de poco pensar, pero hace tres días que se me acabó la suscripción a PS Plus, así que Star Wars: Battlefront no es una opción. Podría echar una partida a Splatoon, pero el GamePad está sin batería. Debería empezar a pulir el borrador de mi novela, pero me puede la pereza. Me han hablado de ese anime que se supone que es tan fantástico. El último lo dejé a medias, y no tengo esperanzas de que otro vuelva a engancharme como Death Note. Y aquel final sí que fue algo decepcionante. Pero vamos a darle una oportunidad. Boku Dake o algo así creo que se llama. Anda, hay ya siete episodios. Bah, seguro que no llego al final del primero. Oye, no ha estado tan mal. Tengo tiempo para un segundo capítulo. Y esa canción que sale con los créditos... ¿Cómo es la letra? Mierda. Me la sé de memoria.

 

Lo diré antes de comenzar: no veo anime, no se encuentra entre mi aficiones preferidas. Y tampoco leo manga, ni creo haber leído nunca. Así, soy un lector/espectador poco familiarizado con la narrativa japonesa más popular, pero voy a hablar aquí de Boku Dake ga Inai Machi, Desaparecida, ERASED o como queráis llamarla. Yo utilizaré Boku Dake a lo largo del texto por comodidad. Creo que esa virginidad me permite abordar el tema desde un punto quizá más objetivo, más limpio, por así decirlo. Y tras los doce capítulos y el aparente descontento respecto al desenlace por parte de algunos seguidores de la serie, me he propuesto analizar de dónde surgen esas decepciones y si echan realmente por tierra la obra en conjunto. De nuevo, no he leído el manga que tengo entendido precede al anime, por lo que perdón de antemano por cualquier punto que ignore o pase por alto. Asimismo, doy por sentado que la gente comprende que habrá revelaciones mayores de algunos puntos de la trama. Ahora sí, puestos en antecedentes, comienzo.

 

Hallando y clasificando la maestría

Aborrezco las clasificaciones por géneros. Me gusta clasificar las cosas por etapas, pero nunca por géneros. Lo aborrezco porque nunca me siento cómodo introduciendo algo tan subjetivo como un producto cultural —arte a veces— dentro de unas clasificaciones pretendidamente objetivas. Así, lo que para mí con Star Wars es ciencia ficción, para George Lucas es space opera. Por eso me cuesta también clasificar a Boku Dake. ¿Es una historia fantástica, de intriga, de misterio, policíaca —en el sentido más abierto— o de ciencia ficción y viajes en el tiempo? Pues bien, algunos elementos me llevan a inclinarme por el género detectivesco. Para mí hay un elemento central en Boku Dake alrededor del cual gira todo: la violencia, en sus diversas formas. Abuso y asesinato, en este caso. Hay una trama en la que hay muertes y abusos y no conocemos al culpable. Así que aquí no puedo evitar mirar de reojo a la literatura policíaca.

 

Respecto al género y a su base, dice Andreu Martín que «si la peor transgresión imaginable es provocar la muerte de otro ser humano, nuestros investigadores buscan la causa de esa muerte, qué hay más allá del cadáver, por qué murió y quién es el culpable. Es la concreción metafórica de un sinfín de preguntas metafísicas». Esa transgresión, el asesinato, es precisamente tan grave por su naturaleza irreversible, y puesto que ya nada puede hacerse para enmendarlo, lo único que puede aliviar el problema es atrapar al culpable y llevarlo ante la justicia. De eso va en el fondo la novela policíaca, ya sea novela enigma, negra, o de cualquiera de sus subgéneros.

 

Y aparentemente en este anime también hay un asesino, y hay que encontrarlo... Solo que hay una significativa diferencia. Boku Dake no se ubica en el género policíaco porque la muerte no es irreversible: se puede entrar en una especie de eterno retorno, de iteraciones infinitas del mismo período temporal hasta evitarla. Así, el espectador quiere en todo momento saber quién está bajo esas gafas y ese sombrero, quiere saber quién es el culpable, pero los personajes, y sobre todo Satoru, no lo buscan proactivamente. Nos proponen varios sospechosos, Satoru intenta en su etapa adulta averiguar algo, pero lo cierto es que aquí todo gira alrededor de salvar a las víctimas, no de enfrentarse al culpable. Eso significa que a diferencia de lo que ocurre en la novela policíaca, aquí hay un misterio, un asesinato, pero no se persigue al transgresor. Este es, por así decirlo, un macguffin "pasivo": está ahí, se quiere conocer y parece ser el fin último de la trama, pero en ningún momento se persigue voluntariamente.


«Boku Dake no se ubica en el género policíaco porque la muerte no es irreversible: se puede entrar en una especie de eterno retorno, de iteraciones infinitas del mismo período temporal hasta evitarla»


Así las cosas, cuando nos lo revelan, ocurre precisamente eso, que nos es revelado, nos encontramos con la identidad del asesino de manera pasiva, porque sí. Esto provoca la primera decepción en el espectador, porque las cosas ocurren sin razón aparente. Y entonces, si el asesino es un macguffin y esto no tiene que ver con el género policíaco, ¿qué es Boku Dake? O, mejor dicho, ¿qué es lo que hace progresar a la serie? ¿Qué la mueve?

 

Dice Lee Sherlock en su ensayo Tres días en Términa: Zelda y esa cosa tan rara llamada tiempo que lo que diferencia una iteración temporal de la anterior en Majora's Mask es la cantidad de objetos que poseemos que nos permiten progresar más rápido en el juego. De manera similar, lo que diferencia una iteración temporal de otra en Boku Dake es la situación de los personajes y la relación de Satoru para con ellos. Todo, absolutamente todo en Boku Dake se basa en la relaciones, en el hecho de que son personajes reales, con profundidad psicológica, por los que nos preocupamos. Son personajes creíbles, cada uno con cierto rol identificable a simple vista pero con matices que los vuelven reales. Sentimos que pertenecemos a un mundo real y posiblemente en eso estriba parte de la grandeza de la serie, en que queremos saber qué ocurre entre los personajes, porque salvando casos puntuales, sus diálogos y sus relaciones son humanas.

 

Así, la conclusión que obtengo es precisamente que no importa tanto el final como lo vivido. Lo importante en Boku Dake no es tanto si el culpable es Yashiro o un personaje que sale de la nada en el último momento. Importa que lo vivido permanece en la memoria de Satoru y en la del espectador, haciendo que recordemos más el transcurso de la trama que el clímax final, que es a todas luces mediocre. No significa esto que Boku Dake esté exenta de errores, y quizá el mayor de ellos es precisamente que el énfasis que pone en la psicología de los personajes no está en el macguffin. La revelación del asesino puede ser más o menos espectacular, pero la necesidad de motivaciones en él es ineludible. Si va a haber una secuencia final en la que el protagonista y el antagonista hablen largo y tendido acerca de lo ocurrido, habrá que contar por qué ha hecho lo que ha hecho. Y lo cierto es que no me queda claro si Yashiro es un pedófilo, un psicópata, un sociópata con muchos recursos o algo que no nos explican. Pero, de nuevo, le perdono esto a cambio de esas escenas con la familia Fujinuma y Hinazuki compartiendo un momento de ternura casi onírica. Momentos y ambientes en los que, en definitiva, el espectador querría estar.

 

¿Es que eres tonto?

Ha quedado claro por tanto que parte de la grandeza de Boku Dake se encuentra en sus personajes más que en su acción, a pesar de que no todos tienen la misma profundidad. De hecho, decía José Giovanni que «el robo a un banco no es una situación interesante de por sí a menos que la gente que comete el atraco sea interesante. Si existen situaciones humanas verdaderas, [...] entonces la situación se vuelve interesante. Lo importante no es el acontecimiento sino los protagonistas». Esto se cumple en Boku Dake, pues los personajes, en tanto que son seres interesantes, plantean relaciones interesantes. ¿Y qué hay más interesante en la relación entre dos personas que la amistad y la derivada tensión sexual?

 

Resulta innegable que la relación entre Satoru y Hinazuki es difícilmente clasificable. Pero no por eso es menos fascinante, así que vayamos por partes. Hinazuki es una niña que ha sido sorprendida bruscamente por la crudeza de la vida adulta a la temprana edad de diez años. El maltrato al que se encuentra sometida por la persona que teóricamente más debería quererla, su madre, hace que haya descubierto que el mundo no es un lugar tan idílico como para sus compañeros de clase. En casa es maltratada y en clase es ninguneada y prácticamente marginada, por lo que cuando Satoru se acerca a ella con el objetivo de salvar su vida, Kayo descubre dos cosas desconocidas para ella: la amistad y la sexualidad.

 

En primer lugar la amistad, pues superado el rechazo y la reluctancia inicial, Hinazuki encuentra en Satoru alguien en quien confiar, con quien compartir su tiempo. Pero, evidentemente, es al mismo tiempo el primer chico con el que está a solas, por lo que se genera paralelamente una tensión sexual no resuelta y difícilmente clasificable, sobre todo por la condición de que Satoru es en realidad una persona de 29 años. Esto recuerda en cierto modo al fotograma final de Ocarina of Time, cuando Link y Zelda se encuentran en el patio del castillo de Hyrule, con el Link maduro y adulto en el cuerpo de un niño. Solo que, evidentemente, ahí no asoma esa pedofilia culpable: es Nintendo.

 

La relación entre Satoru y Kayo es inviable en el pasado, pero una vez Satoru despierta del coma, ambos personajes están tanto física como mentalmente en la misma edad, por lo que su relación ya es factible... si no fuera porque Kayo está casada, y para poner más de manifiesto su compromiso, tiene un hijo. Esto provoca la segunda gran decepción en el espectador, o al menos la provocó en mí. Esta segunda gran decepción le pesa a Boku Dake como una losa, porque echa a perder a uno de sus mejores personajes y, en cierto modo, deja las cosas inacabadas.


«La aparición de Airi en la secuencia final viene a llenar el hueco dejado por la inviabilidad de la relación con Hinazuki, pero plantea además la existencia de... ¿un destino?»


Así, con la necesidad de cerrar la parte sexual del personaje de Satoru al tiempo que acaba la serie, es necesario encontrarle una nueva potencial pareja. La aparición de Airi en la secuencia final viene a llenar ese hueco, pero plantea además la existencia de... ¿un destino? Cuando mezclamos destino y chicas lo que se da a entender es que hay alguna clase de relación sentimental ineludible, en este caso entre Satoru y Airi, y que ese amor estaba predestinado por alguna fuerza superior, de modo que iba a darse independientemente de las alteraciones del pasado, algo que recuerda sobremanera al final de To the Moon. En tal caso, ¿qué margen de maniobra tiene Satoru con sus poderes? Ha podido cambiar el futuro de Hinazuki pero no puede desligarse de Airi, lo que no deja muy claro qué está y qué no está bajo el control de esa fuerza superior, llamémosla destino. Este tipo de incongruencias son las que, a mi parecer, provocan la tercera decepción, y es que hay cosas que deberían cerrarse o completarse de verdad, no como el tema de Airi, que cierra más bien en falso ese aspecto de la serie y está casi más al servicio del espectador que de la narración. Asimismo, no llega a explicarse demasiado bien cómo funciona la resucitación de Satoru, algo similar a lo que ocurre con los poderes de Max en Life Is Strange. Al no dejar claros los cimientos de la trama, podemos acabar pensando que en realidad nada aquí tiene razón de ser y no se sabe cómo se sostiene todo.

 

Así las cosas, estos son los aspectos que, para mí, generan mayor decepción. En resumidas cuentas: la falta de motivaciones del asesino, el cierre del arco de personaje de Hinazuki y la indefinición de los poderes de Satoru y algunos otros aspectos sobre los que se sustenta la trama. Con todo, sin embargo, Boku Dake sigue siendo una gran serie, preciosa en lo visual y con ambientes que se sienten cercanos. Al final, aquellos que me recomendaron el anime tenían razón: iba a gustarme. Al igual que Satoru, debí creer. Quizá la próxima vez debería hacerles más caso. Esto prueba que sus gustos no son para nada desdeñables. Incluso aunque alguno de ellos juegue a League of Legends.