· 

Mi 2018 en libros, películas, juegos y demostraciones

Estos últimos días he estado terminando de escribir un texto sobre Tacoma y su mirada social al cyberpunk. Mientras lo redactaba, garabateaba notas en un cuaderno que empecé a principios de año y que termina precisamente con el esquema de ese nuevo texto. Al darme cuenta de que se había terminado el papel, empecé a hojear el resto de las notas. Me sentí muy contento. Descubrí, entre otras cosas, la lista de libros que he ido leyendo durante este año, justo en las primeras páginas. Eso me animó a escribir una entrada en el blog hablando de todos esos libros. Pero seguí pasando las páginas y me encontré de todo: hay un pequeño esquema sobre cómo se articulan distintos autores y sus obras dentro de las distintas ramas de los game studies; hay un montón de esquemas y de notas que usé para todos los textos que he escrito este año; hay apuntes de una charla de Emily Short en la que habla de espacios vectoriales lingüísticos; hay varias demostraciones matemáticas, incluido un esbozo de la demostración de primer teorema de incompletitud de Gödel. Y todo es de este 2018.

 

Visto así, en conjunto, me di cuenta de que ese cuaderno dice sobre mí mucho más que lo que podría decir la lista de libros por separado. Me encontré a mí mismo leyendo genuinamente interesado lo que había escrito hace meses, tanto de videojuegos como de matemáticas.

 

Así que me puse a recopilar más listas y selecciones y a escribir pequeñas reseñas sobre ellas. Son las que hay a continuación, donde recojo los libros que he leído, la películas y series que he visto, los videojuegos que he jugado y las demostraciones que más me han gustado. Están en orden cronológico, aunque no en todos los casos conservo información estricta del orden en que fueron vistas (es el caso de las series).

 

El resultado es un texto excesivamente largo que no espero que nadie lea; es más bien una carta a mí mismo que me gustará leer dentro un tiempo para ver qué ha cambiado en mi horizonte intelectual. Es, entre otras cosas, un alegato de lo que me ha gustado este año; de lo que me ha definido un poco más como persona. Pretende ser también un pequeño intento por mostrar lo compatibles y necesariamente complementarias que son las ciencias y las humanidades en un momento en que se sienten tan distanciadas.

 

Total, que empecé haciendo un par de listas... y he terminado escribiendo varios miles de palabras sobre lo que he leído, visto y jugado durante este año. Tan propio de mí.

 

Este ha sido mi 2018 en 30 libros, 78 películas, 17 videojuegos, 16 series, dos demostraciones y ocho textos.

Literatura

Como he dicho, este post empezó con la idea de hacer solo una lista de los libros que había leído a lo largo del año. Entre otras cosas porque es, en realidad, la única lista que he llevado de verdad al día. Como puede verse, ha terminado siendo bastante más, pero la lista de libros sigue aquí.

 

Ver los títulos en orden le ayuda a uno a detectar patrones en sus gustos. En el caso de las novelas y ensayos que he leído durante este año hay patrones, aunque el resultado sigue siendo bastante heterogéneo. Solo Sara Mesa, Eduardo Mendoza y Henri Poincaré se repiten en la lista (con la excepción de Murakami, de quien he leído tres tomos de una sóla obra, y Pennac, de quien he empezado dos libros que no he llegado a terminar).

 

Sigo leyendo a pocas mujeres (tan solo cerca de un 20 %), algo que quiero mejorar el año que viene. Sin embargo, la primera novela que me viene a la mente este año es Dans le jardin de l'ogre, de Leïla Slimani, así que eso lo compensa un poco. Slimani me cautivó el año pasado con Canción dulce; leer su primera novela ha sido una revelación. Su ópera prima hace gala de la misma claridad en estilo (justo la que me ha permitido leerla en francés sin grandes problemas). Slimani construye un ambiente denso, plomizo y nubloso mediante oraciones simples tremendamente trabajadas ante las que no queda sino anhelar poder escribir así de bien.

 

Siguiendo con la literatura francesa, he leído varios premios Goncourt que me han encantado. El orden del día, de Éric Vuillard, se sitúa fácilmente como la mejor novela histórica que he leído nunca y tiene un primer capítulo que, tanto por forma como por fondo, merece ser leído una y otra vez. En junio leí a Laurent Gaudé en un relato centrado en analizar el sol que azota a un pequeño pueblo del sur de Italia y a sus gentes, que se codea con el retrato de Sicilia que dibujan Camilleri o Sciascia, de quien he tenido la oportunidad de leer algunos relatos; pocas lecturas me han llenado tanto este verano. Por su parte, Jérôme Ferrari tiene un estilo precioso, pero se me hizo lento y acabé abandonado su Sermón sobre la caída de Roma.

 

A Pierre Lemaitre le dedico un párrafo para él solito, porque Recursos inhumanos no me ha cautivado (le encuentro los mismos problemas que a la serie Verhoeven), pero sigue siendo reconfortante volver a leerle; volver a su magistral control del tiempo y a las dedicatorias a Pascaline. Su reflexión implícita sobre lo deforme y lo sórdido —obsesión central de Lemaitre en toda su obra— está aquí presente de nuevo —y es algo de lo que me gustaría escribir más a fondo en algún momento—.

 

Entre los autores que he descubierto, me quedo con Sara Mesa, cuyo Un incendio invisible me parece formidable, sobre todo en la descripción de los ambientes (no así Cicatriz, que terminó por aburrirme un poco, pese a ser un cambio drástico en todos los sentidos respecto a su ópera prima). A Sara Mesa la he descubierto y a Eduardo Mendoza lo he redescubierto. La verdad sobre el caso Savolta es una de mis novelas favoritas, pero no conocía la vertiente paródica de Mendoza. El misterio de la cripta embrujada se presenta como la clara inspiración de autores que adoro (Andreu Martín, Jaume Ribera, Fernando Lalana...), y El asombroso viaje de Pomponio Flato es una lectura muy agradable. En 2019 espero volver al Mendoza «serio» con Mauricio o las elecciones primarias.

 

Durante este año he profundizado un poco más en Murakami, aunque las cerca de 1200 páginas suyas que he leído pertenecen a la misma obra: 1Q84. De Murakami solo había leído Tokio Blues: Norwegian Wood, que me gustó bastante. 1Q84 tiene un tercer tomo que he disfrutado muchísimo, pero el comienzo de la historia es tremendamente lento. La estructura y el desarrollo de la trama recuerdan en exceso al estilo episódico de algunos animes, con una historia que se alarga con monólogos interiores completamente redundantes. El estilo de Murakami es sencillo y bonito, pero su primer tomo podría despegar un poquito más deprisa.

 

De los ensayos que he leído no diré demasiado, porque algunos los menciono más abajo. Destaco, sin embargo, el clásico Feminismo para principiantes, del que aprendí bastante a principios de año. Le agradezco a Nora su recomendación, a quien también le debo haber descubierto a Kundera con La insoportable levedad del ser.

 

En lo matemático, hay un claro cambio de tono en la lista, que empieza con el formalismo logicista russelliano y termina con el humanismo de Poincaré e, inesperadamente, con un historia de las matemáticas con perspectiva de género firmada por Jacqueline Stedall, que he disfrutado mucho. De este progreso, de todas formas, hablo más adelante.

 

Termino con Luis Landero. Juegos de la edad tardía fue tal vez mi novela favorita de 2017, y Caballeros de fortuna sigue en la misma línea. De él quiero leer mucho más, y precisamente con él termino esta sección antes de adjuntar la dichosa lista, que al repasarla hace que relacione cada título con el anterior, igual que le pasa a don Belmiro Ventura:

 

Comenzó a elaborar un índice de materias con la intención de pasar a limpio las notas manuscritas de los libros y el contenido fragmentario de los cuadernos, carpetas y papeles. El primer libro que abrió trataba de la actividad bancaria en Amsterdam hacia 1600. La primera nota al margen decía: «Ir a página 189 de Histoire de l’Espagne musulmane, de Lévi-Provençal». Se levantó, trajo a la mesa el libro referido y consultó la página 189. Leyó allí de su puño y letra: «Ver página 94 de La época del mercantilismo en Castilla, de José Larraz». Buscó a Larraz, y en la página indicada encontró una nota que, tras algunas disquisiciones, invitaba a cotejar la página 102, volumen III, de la Biblioteca española económica y política, de Sempere y Guarinos, la cual remitía a su vez al cuaderno número 11, página 35, donde, en efecto, se comentaba a Larraz y a Sempere y Guarinos pero apoyándose en una referencia a Los pueblos de España, de Caro Baroja, en cuya página 97 aparecía una advertencia subrayada en rojo: «¡Comparar con página 187 de la Historia de la propiedad comunal, de Rafael Altamira!». Y no sólo eso: Altamira lo llevó a otro libro, y éste a otro, y así sucesivamente, como en un infinito laberinto de papel, hasta que en uno de ellos se le despachó de nuevo a otra página y a otra nota del libro original sobre la banca en Amsterdam hacia 1600. Entonces, tras comprobar que tampoco se cerraba allí la cadena bibliográfica, dejó los lentes a un lado y se concentró otra vez en la lluvia. Sólo con un suspiro que hasta Leonor oyó en la cocina, logró volver al tajo.

Caballeros de fortuna

Luis Landero

 

Y, por fin, la lista completa.

  1. La república (Joost de Vries, 2017)
  2. Un incendio invisible (Sara Mesa, 2011)
  3. El verano sin hombres (Siri Hustvedt, 2011)
  4. Caballeros de fortuna (Luis Landero, 1994)
  5. 1Q84: Libro 1 (Haruki Murakami, 2009)
  6. Feminismo para principiantes (Nuria Varela, 1992)
  7. El orden del día (Éric Vuillard, 2017)
  8. El sol de los Scorta (Laurent Gaudé, 2004)
  9. La insoportable levedad del ser (Milan Kundera, 1984)
  10. Literary Theory: A Very Short Introduction (Jonathan Culler, 1997)
  11. Zelda: detrás de la leyenda (Salva Fernández, 2018)
  12. Sobre proposiciones formalmente indecidibles del Principia Mathematica y sistemas afines (Kurt Gödel, 1936)
  13. Apología de un matemático (G. H. Hardy, 1940)
  14. An Introduction to Game Studies (Frans Mäyrä, 2008)
  15. Dans le jardin de l'ogre (Leïla Slimani, 2014)
  16. 1Q84: Libro 2 (Haruki Murakami, 2009)
  17. El zulo (Fernando Lalana, 1985)
  18. El misterio de la cripta embrujada (Eduardo Mendoza, 1978)
  19. Proofs and Refutations: The Logic of Mathematical Discovery (Imre Lakatos, 1976)
  20. Cicatriz (Sara Mesa, 2015)
  1. El mapa y el territorio (Michel Houellebecq, 2010)
  2. El asombroso viaje de Pomponio Flato (Eduardo Mendoza, 2008)
  3. Sostiene Pereira (Antonio Tabucchi, 1994)
  4. Selected Writings on Computing: A Personal Perspective (Edsger W. Dijsktra, 1982)
  5. El mar color de vino (Leonardo Sciascia, 1973)
  6. 1Q84: Libro 3 (Haruki Murakami, 2010)
  7. La invención matemática (Henri Poincaré, 1908)
  8. Recursos inhumanos (Pierre Lemaitre, 2010)
  9. Breve historia de las matemáticas (Jacqueline Stedall, 2012)
  10. Las ciencias y las humanidades (Henri Poincaré, 1912)

Los que se quedaron a medias...

  1. El sermón sobre la caída de Roma (Jérôme Ferrari, 2012)
  2. Pourquoi lire ? (Charles Dantzig, 2010)
  3. Como una novela (Daniel Pennac, 1992)
  4. La petite marchande de prose (Daniel Pennac, 1989)
  5. Gizona bere bakardadean (Bernardo Atxaga, 1993)
  6. Sobre el porvenir de nuestras escuelas (Friedrich Nietzsche, 1887)

Películas

Empecé el año proponiéndome ver más cine. El resultado ha sido bastante decente. Mis 77 títulos, contando películas que he visto tanto por primera como por enésima vez (ejem, La última cruzada) no son nada frente a las más de 400 del hilo de Fleibur, pero mi media de película y media por semana no me disgusta.

 

Sobre todo porque he visto películas que me han encantado. Llego tarde —como siempre—, pero Hijos de los hombres es de lejos lo que más me ha gustado este año. Es una película de la que no sabía nada y que terminé viendo por casualidad; una de las pocas cosas en la filmografía de Cuarón que no había visto y que, me atrevo a decir, ha pasado a estar en el conjunto de mis películas favoritas de todos los tiempos. Una clara inspiración para Neil Druckmann y Bruce Straley en The Last of Us que se sale en cada uno de sus planos secuencia.

 

Pero ha habido muchas más cosas. Empecé 2018 con el dueto de The Room y The Disaster Artist, y seguí un una selección de cine distópico gracias al ciclo Nosferatu de Donostia Kultura. Ahí quedan Pasaporte para Pimlico, El proceso, Lemmy contra Alphaville, Farenheit 451, THX 1138, Ghost in the Shell, El tiempo del lobo (mención especial) y, por supuesto, la citada Hijos de los hombres.

 

Ha sido también el año en que he descubierto a Saoirse Ronan gracias a dos películas estupendas. La primera, naturalmente, la excelente Lady Bird. La segunda es En la playa de Chesil, un drama provocado por la asexualidad que me sorprendió muchísimo por su tacto —incluso pese a que no mencione la palabra en toda la película—.

 

Durante 2018 he descubierto un poco más de directores con los que me había encontrado por primera vez el año pasado. Además del caso de Cuarón, he visto la denostada Looper, de Rian Johnson, que tiene un planteamiento insuperable en originalidad, pero muy mejorable en todo lo demás. Vi un poquito más de Hong sansoo —de quien aún tengo pendiente On the Beach at Night Alone— con La cámara de Claire, una obra menor que tuve el placer de ver por casualidad pero que, en sus limitaciones, tiene cosas que decir. En esta lista de descubrimientos entra también Damien Chazelle, de quien he visto el resto de su filmografía (de First Man escribí algo poco después de verla). También entran en esta lista de profundización los hermanos Coen con Fargo, ¡Ave, César!, y La balada de Buster Scruggs, así como Gus Van Sant con Elephant, que vi motivado por poder leer este análisis de Ángela y Nora. Mención especial, por último, a Noël Wells, que conocía solo por su interpretación en la primera temporada de Master of None y que me sorprendió gratamente con su debut como directora en Mr. Roosevelt, una comedia que me encantó y que me ha vuelto un poquito más fan de mi tocaya.

 

En la lista de autores que he conocido por vez primera, están en primer lugar Jason Reitman con Young Adult y Tully y, en segundo lugar, Agnès Varda, con quien me he iniciado con Cléo de 5 à 7 y de quien espero ver bastante más el año que viene.

 

Podría seguir diciendo algo casi de cada uno de los títulos que hay en la lista, pero no quiero alargarme. Termino con dos experiencias sucedidas en una sala de cine. La primera fue la sensación de angustia que sobrevino al terminar Girl, que sentí yo, que sintió Pablo a mi lado y que, me atrevería a decir, sintió toda la sala, que se mantuvo en un silencio absoluto mientras pasaban los títulos y se encendían las luces. Lo único que se escuchó después fue algún «joder» y varios suspiros preocupados.

 

La otra experiencia es más agradable. Ocurrió hace unos días, durante los primeros veinte minutos de El regreso de Mary Poppins, con la que no pude evitar llorar. Creo que pocas películas conectan de forma tan directa con mi infancia; de pocas —con excepción de La amenaza fantasma— tengo recuerdos tan nítidos. La sutileza de las referencias en la profundidad del plano, las melodías originales sonando de fondo y su profundo respeto por la fuente original me emocionan aún mientras escribo esto.

 

En cuanto al año que viene, no me atrevo a decir qué va a suceder; mas lo que ahora pase ya pasó otra vez.

  1. The Room (Tommy Wiseau, 2003) - 2 de enero
  2. The Disaster Artist (James Franco, 2017) - 3 de enero
  3. La ciénaga (Lucrecia Martel, 2001) - 5 de enero
  4. Pasaporte para Pimlico (Henry Cornelius, 1949) - 10 de enero
  5. Las vacaciones de Mr. Bean (Steve Bendelack, 2007) - 12 de enero
  6. El proceso (Orson Welles, 1962) - 17 de enero
  7. La infancia de Iván (Andréi Tarkovski, 1962) - 21 de enero
  8. Lemmy contra Alphaville (Jean-Luc Godard, 1965) - 31 de enero
  9. Farenheit 451 (François Truffaut, 1966) - 7 de febrero
  10. Lady Bird (Greta Gerwig, 2017)- 18 de febrero
  11. THX 1138 (George Lucas, 1971) - 21 de febrero
  12. Una mente maravillosa (Ron Howard, 2001)- 23 de febrero
  13. El caballero oscuro: la leyenda renace (Christopher Nolan, 2012) - 27 de febrero
  14. El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo (Juan Cavestany y Enrique López Lavigne, 2004) - 2 de marzo
  15. ¡Ave, César! (Ethan Jesse Coen y Joel David Coen, 2016)- 3 de marzo
  16. Call Me by Your Name (Luca Guadagnino, 2017) - 7 de marzo
  17. El dormilón (Woody Allen, 1973) - 21 de marzo
  18. De boda en boda (David Dobkin, 2005) - 4 de abril
  19. En busca del arca perdida (Steven Spielberg, 1981)
  20. Mad Max: salvajes de autopista (George Miller, 1979) - 2 de mayo
  21. Indie Game: The Movie (Lisanne Pajot y James Swirsky, 2012) - 5 de mayo
  22. Vengadores: Infinity War (Anthony Russo y Joe Russo, 2018) - 8 de mayo
  23. Deadpool 2 (David Leitch, 2018) - 23 de mayo
  24. Han Solo: una historia de Star Wars (Ron Howard, 2018) - 26 de mayo
  25. Ghost in the Shell (Mamoru Oshii, 1995) - 30 de mayo
  26. Fargo (Ethan Jesse Coen y Joel David Coen, 1996)
  27. El tiempo del lobo (Michael Haneke, 2003) - 13 de junio
  1. Hijos de los hombres (Alfonso Cuarón, 2006) - 20 de junio
  2. En la playa de Chesil (Dominic Cooke, 2018) - 26 de junio
  3. Tully (Jason Reitman, 2018) - 4 de julio
  4. Una historia casi divertida (Anna Boden y Ryan Fleck, 2010) - 5 de julio
  5. Trainspotting (Danny Boyle, 1996) - 9 de julio
  6. El truco final (Christopher Nolan, 2006) - 14 de julio
  7. La cámara de Claire (Hong Sang-soo, 2017)- 18 de julio
  8. Nannette (Hanna Gadsby, 2018) - 19 de julio
  9. Las ventajas de ser un marginado (Stephen Chbosky, 2012) - 24 de julio
  10. Los increíbles (Brad Bird, 2004) - 30 de julio
  11. Looper (Rian Johnson, 2012) - 31 de julio
  12. La fiesta de las salchichas (Conrad Vernon y Greg Tiernan, 2016)
  13. Young Adult (Jason Reitman, 2011) - 2 de agosto
  14. Los increíbles 2 (Brad Bird, 2018) - 3 de agosto
  15. Mr. Roosevelt (Noël Wells, 2017) - 7 de agosto
  16. Atrápame si puedes (Steven Spielberg, 2002) - 10 de agosto
  17. Indiana Jones y la última cruzada (Steven Spielberg, 1989)
  18. Misión imposible: Fallout (Christopher McQuarrie, 2018) - 22 de agosto
  19. La novia del desierto (Valeria Pivato y Cecilia Atán, 2017) - 5 de septiembre
  20. Las distancias (Elena Trapé, 2018) - 12 de septiembre
  21. Todos lo saben (Asghar Farhadi, 2018) - 19 de septiembre
  22. Asako I & II (Ryusuke Hamaguchi, 2018)
  23. First Man (Damien Chazelle, 2018) - 26 de septiembre
  24. Tiempo después (José Luis Cuerda, 2018)
  25. Ladrón de bicicletas (Vittorio De Sica, 1948)
  26. Waiter, Scarper! (Ladislav Smoljak, 1981) - 29 de septiembre
  27. Girl (Lukas Dhont, 2018) - 3 de octubre
  28. Venom (Ruben Fleischer, 2018) - 6 de octubre
  1. Coco (Lee Unkrich, 2017)
  2. Cold War (Paweł Pawlikowski, 2018) - 17 de octubre
  3. El show de Truman: una vida en directo (Peter Weir, 1998) - 30 de octubre
  4. Infiltrado en el KKKlan (Spike Lee, 2018) - 31 de octubre
  5. El reino (Rodrigo Sorogoyen, 2018) - 2 de noviembre
  6. The Imitation Game (Morten Tyldum, 2014)
  7. Feliz aniversario (Jared Stern, 2018) - 9 de noviembre
  8. Manchester frente al mar (Kenneth Lonergan, 2016) - 10 de noviembre
  9. La terminal (Steven Spielberg, 2004)- 10 de noviembre
  10. Whiplash (Damien Chazelle, 2014)
  11. Malos tiempos en El Royale (Drew Goddard, 2018) - 21 de noviembre
  12. Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald (David Yates, 2018) - 23 de noviembre
  13. Ô saisons, ô châteaux (Agnès Varda, 1958) - 28 de noviembre
  14. Cléo de 5 à 7 (Agnès Varda, 1962) - 28 de noviembre
  15. La balada de Buster Scruggs (Ethan Jesse Coen y Joel David Coen, 2018) - 15 de diciembre
  16. Elephant (Gus Van Sant, 2003)
  17. Le charme discret de la bourgeoisie (Luis Buñuel, 1972) - 19 de diciembre
  18. Roma (Alfonso Cuarón, 2018) - 21 de diciembre
  19. Spider-Man: un nuevo universo (Peter Ramsey, Robert Persichetti Jr. y Rodney Rothman, 2018) - 22 de diciembre
  20. La vie de Jesus (Bruno Dumont, 1997) - 23 de diciembre
  21. El regreso de Mary Poppins (Rob Marshall, 2018) - 26 de diciembre
  22. El decimosexto sueño de un artista (Marcos García, 2018) - 28 de diciembre
  23. Black Mirror: Bandersnatch (David Slade, 2018) - 30 de diciembre

Videojuegos

Los videojuegos son, de lejos, donde uno más pierde la noción del tiempo. Para elaborar la lista que viene a continuación he tenido que hacer mucha memoria. Algunos de esos juegos los he jugado este año porque tengo textos hablando de ellos, pero de otros no estoy tan seguro. La lista es breve y, a la vez, más larga de lo que esperaba. No es especialmente original, ni especialmente alternativa, pero sí que es —creo— relativamente variada.

 

De este año, dos juegos me vienen a la cabeza enseguida. El primero es Florence, que jugué nada más salió en Android a principios de año. El sexo y el amor han tenido siempre una relación conflictiva en el videojuego y son, en general, temas tratados horriblemente mal. Si pienso en sexo, me viene a la mente la escena de Ezio Auditore y Caterina Sforza en Monteriggioni al principio de Assassin's Creed: Brotherhood. Si pienso en amor, recuerdo la historia de River y Johnny en To the Moon. La primera es puro vídeo; la otra, nada del otro mundo en términos interactivos. El tema del sexo está ahora cubierto con pequeños grandes títulos como Cibele, de Nina Freeman, y, en menor medida, One Night Stand, de Lucy Blundell, pero seguía esperando una obra definitiva que hablase sobre el amor.

 

Florence me encantó nada más empezarlo, me cautivó con su arte y su música, y me sorprendió transmitiendo ideas sencillas a través de mecánicas táctiles en pantalla. Con todo, me dejó frío. Como si quitase importancia al tema, como si no quisiese ser la obra definitiva que yo andaba buscando. Ahora, tras rejugarlo antes de escribir estas líneas, me doy cuenta de lo equivocado que estaba. Florence no es la obra total porque ninguna puede serlo; menos todavía en un tema tan profundo, variado y complejo como el que trata. Sí, su perspectiva es tal vez demasiado simple, pero la trata con cariño y maestría. Y ese es un gran comienzo para hablar de amor en el videojuego.

 

El otro juego que me viene a la cabeza enseguida es el DLC de Prey: Mooncrash. No creo que pueda decir de él nada que no haya dicho ya. Ya escribí una reseña sobre lo que lo vuelve tan interesante en la selección de mejores juegos de 2018 de Start. No tiene sentido repetirse.

 

De What Remains of Edith Finch también hablé indirectamente en marzo en este mismo blog, así que no entro tampoco en profundidad. Con él, con la melancolía de Night in the Woods, las conversaciones de Tacoma y los saltos de Super Mario Odyssey termina la lista de los títulos que me han llenado este año, que me han dejado un poso sobre el que seguir escribiendo sobre videojuegos.

 

Hay otros juegos que me han gustado, por supuesto, pero no tanto como esos pocos que he citado ahí. He empezado con la obra de Fumito Ueda a través de The Last Guardian y, aunque la naturalidad de la relación con Trico aún me tiene sorprendido, hay demasiadas cosas que no terminan de convencerme. Algo parecido me pasa con Spider-Man, que, aún siendo la mejor encarnación interactiva del trepamuros hasta la fecha, es un mundo abierto tan vacuo como plano.

 

En cuanto a Nintendo, qué puedo decir: Super Mario Odyssey es la obra maestra que todos conocemos y Splatoon 2 era estupendo hasta la llegada de Nintendo Switch Online, que me niego a pagar.

 

Miro a la lista y pienso en lo mucho que he jugado y, a la vez, en lo poco que he tenido tiempo de descubrir. En fin, no doy más la turra con los videojuegos.

  1. La muerte del Forastero (Arkane Studios, 2017)
  2. Life is Strange: Before the Storm (Deck Nine, 2017) 
  3. Florence (Mountains, 2018)
  4. What Remains of Edith Finch (Giant Sparrow, 2017)
  5. The Unfinished Swan (Giant Sparrow, 2012)
  6. Everybody's Gone to the Rapture (The Chinese Room, 2015)
  7. The Last Guardian (Team ICO, 2016)
  8. Super Mario Odyssey (Nintendo, 2017)
  9. Splatoon 2 (Nintendo, 2017)
  10. Tacoma (Fullbright, 2017)
  1. The Awesome Adventures of Captain Spirit (Dontnod Entertainment, 2018)
  2. Prey: Mooncrash (Arkane Studios, 2018)
  3. Spider-Man (Insomniac Games, 2018)
  4. Night in the Woods (Infinite Fall, 2017)
  5. El profesor Layton y la villa misteriosa (Level-5, 2007)
  6. Do Not Feed the Monkeys (Fictiorama Studios, 2018)
  7. Inside (Playdead, 2016)

Series

De cuantas listas adjunto aquí, la de las series es la que muestra patrones más erráticos. Es también la lista más breve, y no hay nada demasiado especial, pero sigue siendo un bonito repaso de mi año. Seguramente porque las series no encapsulan un solo momento, sino un periodo prolongado durante el que te acompañan.

 

The Young Pope me conquistó desde el primer momento con su increíble fotografía y su imponente «qué hemos olvidado»; un visionado obligado para cualquiera que tenga HBO. Más o menos como Fargo, cuyas dos primeras temporadas me parecieron increíbles y se sitúan, seguramente, como lo que más he disfrutado este año. Es un puesto que sostuvo Peaky Blinders durante los primeros meses, pero que Noah Hawley arrebató sin despeinarse.

 

Pese a ser la que más he disfrutado, Fargo tiene poco que hacer frente a las que se han convertido, de facto, en dos de mis series favoritas: Halt and Catch Fire y Please Like Me. La historia de los informáticos tiene un aura de serie de culto. Como dije en junio, pocas series hablan tan bien sobre lo que les concierne. Sus cuarenta capítulos son una delicia que, además, han reafirmado mi amor por la informática. En sus antípodas, con capítulos breves y un tono desenfadado, está Please Like Me, que me parece una de las series más sensatas, divertidas y genuinamente bonitas que hay ahí fuera. La semiautobiografía de Josh Thomas es una memoria de la vida millennial que no tiene desperdicio y que contiene los momentos más memorables de las series que he visto este año. Además, sus intros son preciosas.

 

Precisamente porque Halt and Catch Fire y Please Like Me se han postulado como dos de mis series favoritas de todos los tiempos, decidí volver a las dos primeras temporadas de Sherlock para ver qué tal aguantan. Algunos de sus trucos de cámara han pasado de moda, pero pocas series tienen un montaje tan brillante y son capaces de gustarme tantísimo. La partida sigue en marcha.

 

De Cumberbatch he visto además en Sky los cinco episodios que conforman Patrick Melrose, una serie centrada en analizar al propio personaje que resulta ser un producto audiovisual cuidado al detalle, en el que Cumberbatch se sale como actor pero que, en conjunto y salvando el frenesí visual de su primer capítulo —tan reminiscente de Trainspotting, puede dejar un poco frío.

 

Con todo, lo más raro que he visto este año son los cuatro capítulos que dirige Bruno Dumont en su peculiar Coincoin et les Z'inzumaines, que vi del tirón durante el Zinemaldia de este año y que aún me saca una sonrisa recordando sus momentos. El canal de YouTube de la cadena Arte tiene colgados los cuatro capítulos online, así que no hay excusa para no descubrir las surrealistas aventuras del comandante Van Der Weyden y su leal ayudante Parmentier. Verdaderamente raro.

 

Termino con una breve mención a las sitcoms, donde Brooklyn Nine-Nine gana de calle. Poco hay que decir de una serie tan divertida aparte de que merece ser disfrutada a poquitos para que no se termine pronto.

 

Y dicho eso, la lista completa.

  1. Mindhunter (2017)
  2. Master of None (2015-2016)
  3. Star Trek: Discovery (2017)
  4. Please Like Me (2013-2016)
  5. Peaky Blinders (2013-2017)
  6. Sherlock (2010-2012)
  7. The End of the F***ing World (2017)
  8. Merlí (2015-2018)
  9. The Young Pope (2016)
  10. Halt and Catch Fire (2014-2017)
  11. Brooklyn Nine-Nine (Temporadas 1-3: 2013-2016)
  12. Coincoin et les Z'inhumains (2018)
  13. The Good Place (Temporada 1: 2016)
  1. Fargo (Temporadas 1 y 2: 2014-2015)
  2. Patrick Melrose (2018)
  3. El método Kominsky (2018)

Las que he dejado a medias...

  1. Cowboy Bebop (1998)
  2. Rick y Morty (2013)
  3. Paquita Salas (2017)
  4. Tú, yo y el apocalipsis (2015)
  5. Mad Men (2007)
  6. Killing Eve (2018)

Matemáticas

Me debatía, mientras recopilaba la lista de libros, en si debería incluir libros de texto. Algunos solo los he consultado puntualmente, pero otros los he leído de principio a fin durante este año. Por poner un ejemplo, mi libro del verano ha sido de lejos el texto base de la asignatura Álgebra lineal II de la UNED, que me acompañó durante los meses de verano en el estudio de los endomorfismos, autovectores, isometrías y espacios vectoriales. No los he incluído en la lista, pero me parecía injusto terminar este texto sin hablar de la que ha sido durante 2018 una de las más importantes — si no la principal—  fuente de reflexión intelectual de mi vida. Más si cabe después de lo que he dicho ahí arriba sobre lo importante de acabar con esa la separación entre ciencias y humanidades.

 

He terminado por no incluir libros de texto en la lista, tal vez porque, pese al montón de tiempo que les he dedicado, ningún libro ha logrado este año lo que los vídeos de Grant Sanderson en 3blue1brown. Essence of Linear Algebra es una de las mejores que series que he visto nunca en YouTube. Muestra tanto lo increíblemente intuitiva que puede ser una disciplina tan maltratada por la notación matricial como los profundos problemas de la enseñanza matemática contemporánea. Sanderson es el Mark Brown de la divulgación matemática rigurosa y creo que jamás le estaré lo suficientemente agradecido por la claridad de sus explicaciones. 

 

Estudiar matemáticas en la universidad ha supuesto un esfuerzo que me ha enemistado con ellas a ratos, pero ha sido también una fuente de reflexión en lo filosófico. Empecé el año convencido y fascinado por las corrientes formalistas de la filosofía matemática. Empecé leyendo a Russell, a Frege y a Gödel y creí que sus resultados eras definitivos. Hoy, termino el año viendo el primer teorema de incompletitud de Gödel desde otra perspectiva; consciente de que marca simplemente los límites del formalismo, no de la matemática. En ese cambio han sido importantes Poincaré y su espíritu humanista; ha influido Dijsktra, riéndose de los detractores que le acusaban de lo inútil de verificar el código si el compilador no estaba verificado. Pero sobre todo, ha influido Lakatos y su Proofs and Refutations, que me ha enseñado que el formalismo se deja infinidad de cosas fuera y que las demostraciones hacen más cosas que simplemente demostrar.

 

Precisamente por eso, he hecho memoria y he pensado en las demostraciones que más me han gustado de entre las que he leído durante este año. He dado con dos interesantes, una de teoría de grupos y otra de álgebra lineal. La primera por su elegancia y por un sutil cambio en su enfoque; la segunda por mezclar en la misma demostración inducción sobre los naturales y reducción al absurdo. Finalmente he incluido solo la primera porque se hace engorroso escribir en notación matemática usando texto plano. Dejo, eso sí, el enunciado, por si alguien —o yo mismo dentro de unos meses— es capaz de reproducir la demostración: Si {v1, ..., vk} son k autovectores no nulos asociados a autovalores distintos, entonces son linealmente independientes.

 

La demostración que sí adjunto pertenece a un resultado básico de teoría de grupos, y no requiere más que de nociones elementales de teoría de conjuntos así como la definición de grupo y subgrupo para seguir el razonamiento. Diría que es, de cuantas demostraciones me he encontrado este año, la más sencilla y más elegante. Se trata de una condición necesaria y suficiente para que la unión de dos subgrupos sea también un subgrupo. El hecho de necesitar una condición es ya sorprendente, pues no respeta la analogía que alguien podría aventurar con la intersección (la intersección de dos subgrupo es siempre un subgrupo). La demostración es además peculiar porque está extraída de un ejercicio (el 14 de Teoría elemental de grupos, de Bujalance et al.). Así, en lugar de demostrar la doble implicación que se enuncia, se intenta partir en busca de una condición necesaria y suficiente y se termina llegando al teorema enunciado; un enfoque distinto aunque esencialmente idéntico.

 

Teorema: Sean $H$ y $K$ dos subgrupos de un grupo $G$. La unión $H \cup K$ es grupo de $G$ si y sólo si $H \subset K$ o $K \subset H$.

 

Demostración: Intentaremos hallar una condición necesaria y suficiente para que la unión de dos subgrupos sea un subgrupo y veremos que el resultado es precisamente el teorema enunciado.

 

Supongamos que el conjunto $M = H \cup K$ es subgrupo de $G$. Entonces, para todo $h \in H$ y para todo $k \in K$, se tendría que (empleando notación multiplicativa) $hk \in M$. Ahora bien, podemos preguntarnos si $hk$ pertenece concretamente a $H$ o a $K$. 
Veamos las dos hipótesis y sus consecuencias:

  • hk = h'  ∈ H ⇒ h-1hk = h-1h'  ∈ H ⇒ k = h-1h'  ∈ H ⇒ k ∈ H ⇒ K ⊂ H
  • hk = k' ∈ K ⇒ hkk-1 = k'k-1 ∈ K ⇒ h = k'k-1 ∈ K ⇒ h ∈ K ⇒ H ⊂ K

Por tanto, es condición necesaria que o bien H ⊂ K o bien K ⊂ H. Veamos ahora que esta es condición suficiente. En ambos casos, tenemos:

  • K ⊂ H ⇒ ∪ K = H, que es subgrupo de G
  • H ⊂ K ⇒ ∪ K = K, que es subgrupo de G

Así, es suficiente que se cumpla H ⊂ K o K ⊂ H para que la unión ∪ K sea subgrupo de G. Hemos encontrado una condición necesaria y suficiente, que es precisamente la que enuncia el teorema. Concluimos que la unión de dos subgrupos es subgrupo si y sólo si uno de los subgrupos está contenido en el otro.

QED

 

Textos

No sé si es un poco de mal gusto enlazar más textos míos después de la parrafada que precede a esta sección. Seguramente sí. En cualquier caso, aquí está. No ha sido un año especialmente prolífico en términos de escritura, pero estoy contento con lo que he producido. Me quedo especialmente con la reflexión sobre Halt and Catch Fire, mis dos textos en Start sobre la asimilación del corte por parte del videojuego y el análisis de la temporalidad y la repetición en Mooncrash. Finalmente, la reseña de Do Not Feed the Monkeys fue muy agradable de escribir. Hay un texto más que escribí este año, sobre diálogo en el videojuego, del que estoy bastante orgulloso pero que todavía no ha visto la luz. También tuve la oportunidad de participar en el podcast especial por el quinto aniversario de Start y en su selección de mejores juegos de 2018.

 

Poco más. Esto es todo.